PRÁCTICA 1: RELATO DE VIDA

Hoy os venimos a contar nuestra experiencia con la Educación física a lo largo de nuestro paso por las diferentes  etapas  educativas, tanto como en primaria, secundaria y bachillerato. 

Reflexionando, nos hemos dado cuenta que hemos tenido mejor experiencia con la Educación física en primaria ya que los contenidos principales eran mayoritariamente juegos aunque también había deportes. En nuestro caso, casi todas hemos tenido docentes especialistas para esta materia durante la etapa de primaria. En cuanto a evaluaciones, en primaria también hacíamos pruebas para examinarnos, como por ejemplo, las de velocidad y resistencia, pero obviamente eran mucho más leves que lo que nos esperaba en la secundaria. 

 Al llegar la secundaria digamos que esa diversión que caracterizaba esta materia  fue cayendo en picado...  Poco a poco fueron llegando las temidas pruebas de resistencia o también denominados Test de Cooper, todas nosotras odiábamos a muerte las pruebas de resistencia aunque no todo era tan malo, pero seguía sin ser tan divertido como la Educación física que recordábamos de primaria. A diferencia de la primaria, aquí ya empezábamos a dar teoría, pero nos examinábamos mayoritariamente a través de pruebas físicas. 

 Bueno, pero como os decíamos anteriormente, no todo era tan terrible ya que han habido muchos momentos divertidos y anécdotas que sin duda no nos hará olvidar esta materia. A una de nosotras su maestro de Educación Física durante los últimos cursos de Educación Primaria, Enrique, un día bajando a la pista donde se daba la asignatura se enfadó porque bajábamos des del aula hablando y moviéndonos de un lado a otro sin seguir ningún orden. Primero nos dijo que nos pusiésemos en fila para bajar, y lo hicimos, pero por el lado equivocado, pues nos pegamos a la pared derecha. Y fue entonces cuando nos tuvo, durante toda la clase, andando por la izquierda subiendo y bajando por toda la escuela y repitiendo la siguiente frase: “En Anglaterra es va per la esquerra i com estem a Espanya anémica per la dreta”. Desde entonces a ninguno se nos ocurrió andar por la derecha cuando estábamos en la escuela. 

Otra de nuestras anécdotas ocurrió en cuarto de primaria. Un día en educación física cuando la profesora nos mando a correr, ocurrió una de las peores experiencias de mi vida. Una compañera, en su momento muy amiga mía, tenía asma y los maestros y maestras lo sabían perfectamente, por ello cuando se encontraba muy mal la dejaban descansar, pero esta vez fue diferente. Mi amiga no se había traído el inhalador al gimnasio y en mitad de la práctica se empezó a ahogar. Corriendo busque a la profesora y al principio ella creyó que no era verdad, ya que no se acordaba de que esa compañera tenía asma, después de verla y corroborar lo que decía, me mandó a buscar el inhalador, ella al final estuvo bien y solo fue un susto. Creo que fue la vez que más corrí en mi vida, incluso más que en el test de Cooper.

Por último, otra anécdota nos sucedió en sexto de primaria. Un día en una clase de Educación Física estábamos jugando a tenis. Había dos patios, y en uno de ellos también estaban jugando a tenis los alumnos de ESO. Cuando acabó la clase, los alumnos recogimos las cuerdas que habíamos utilizado para delimitar el medio campo y luego de ello guardamos nuestras raquetas en el vestuario. Me vestí y me fui corriendo a la siguiente clase y pasé por el patio que habían estado utilizando los más mayores. Entonces de repente mientras corría me choqué contra la cuerda que habían utilizado los alumnos de ESO, que me llegaba a la altura del cuello. Empezó a salirme mucha sangre del cuello y observé muy asustada el corte que tenía alrededor de él. No era una cuerda cualquiera la que utilizaron jugando a tenis, era un cordel transparente, de estos muy finos y difíciles de ver a simple vista (como los que se utilizan para pescar). Se ve que lo habían tenido que utilizar porque nosotros habíamos utilizado todas las cuerdas y ya no quedaban. Inmediatamente busqué a mi profesor y me curaron el corte que, por suerte, no había sido muy profundo. Todo se quedó en un susto, pero recuerdo que lloré un montón y nunca más se volvieron a utilizar esas cuerdas.